LA PRESENCIA DE SOR PATROCINIO EN BELLOCQ (FRANCIA) Y SU FAMA DE SANTIDAD EN FRANCIA

Javier Paredes

Vista panorámica de Bellocq (Francia), localidad bañada por el gave del Pau

El 7 de agosto de 2023, acompañado de mi hijo Pedro que reside en Canfranc-Estación (Huesca), atravesé los casi nueve kilómetros del túnel de Somport camino de Bellocq (Francia), donde Sor Patrocinio había fundado un convento el 31 de agosto de 1874, durante los años en que permaneció en su segundo exilio en Francia[1].

Entre Canfranc-Estación y Bellocq hay poco más de cien kilómetros, y un maravilloso paisaje que te invita a no pisar el acelerador para no perder detalle. En contraste, mis recuerdos eran para Sor Patrocinio, que recorrió esas mismas tierras durante sus exilios en Francia, pero en otras condiciones bien distintas. Y al ver el cartel de Bellocq que indicaba que habíamos llegado a nuestro destino, aumentó mi emoción consciente de que iba a pisar por donde ella estuvo.

Había quedado en encontrarme a las 12 de la mañana con mi amigo Guy Camougrand, una servicial persona que me había ayudado desde hacía tiempo a encontrar información muy valiosa en los archivos franceses. Y allí estaba cuando llegué, en la plaza del Ayuntamiento de Bellocq, acompañado de Mireille Serres Cambot y André Laurent, que por tener orígenes familiares españoles y hablar mi idioma nos iban a servir de intérpretes.

La alcaldesa de Bellocq, Idelette Demaison se incorporó también al grupo, pero se dio la circunstancia de que cuando nos hicimos la foto fue requerida para atender un asunto de la alcaldía y después se nos olvidó fotografiarnos con ella. Pero conste que, aunque no aparece en la foto, tuvo la amabilidad de acompañarnos durante toda la mañana, incluso participó en la comida que nos ofreció en su casa Guy Camougrand y nos preparó su hermana. Al despedirnos, la alcaldesa nos obsequió a mi hijo ya mí con una caja de exquisitos productos típicos de Bellocq.

Guy Camougrand está a mi derecha y a su lado aparece Mireille Serres Cambot. André Laurent está a mi izquierda.

La primera visita la hicimos al castillo de Bellocq, que no se puede considerar como una residencia de los señores medievales, porque propiamente es una fortaleza militar. El castillo lo construyó Gastón VII (1220-1290), señor de Bearne, con la intención de fortificar su territorio para defenderse de las injerencias inglesas, en el contexto de las guerras de esos siglos entre los señores que rendían vasallaje a Francia o a Inglaterra, como era el caso de la vecina Guyena, integrada en el ducado de Aquitania, bajo dominio inglés.

La construcción se llevó a cabo entre los años 1250 a 1280. La superficie interior de esta fortaleza militar tiene 4.914 metros cuadrados, cerrados por una muralla y siete torres, cuatro de ellas redondas, más resistentes a los proyectiles, tres cuadradas y una semicircular. Ahora en su interior se celebran todo tipo de eventos y el Ayuntamiento ha construido unas oficinas.

El castillo se levanta sobre una roca, de manera que por su situación el curso del río se convierte por ese lado en un foso natural. Junto a las oficinas del Ayuntamiento hay un balcón desde donde se puede contemplar el desnivel escarpado que hay hasta el lecho del río. Y desde ese mismo mirador, y teniendo en cuenta el localizador que hemos puesto encima del convento, se puede apreciar el lugar exacto de la orilla del gave del Pau donde Sor Patrocinio y sus monjas bajaban por detrás del convento para echar comida a los peces. Allí fue donde se produjo el milagro de los peces del río que no se dejaban pescar, como cuento con detalle la Biografía de Sor Patrocinio (1811-1891).

Desde el castillo nos trasladamos a la iglesia, Nuestra Señora de Bellocq, construida también en el siglo XIII. El templo tiene una sola nave de 32 metros de largo, cerrados por unos muros que Sor Patrocinio ya los vio como están ahora, pues las ventanas se abrieron en los primitivos muros macizos de la iglesia en la reforma que se hizo en 1860.

El campanario se eleva hasta los 22 metros; por su altura extraordinaria y su orientación hacia el hacia el Oeste, dirección por donde podían venir los asaltos de los enemigos, añade a su función religiosa de convocar a los fieles su utilidad militar como torre de vigía.

Adosado a la iglesia se encuentra el cementerio de los católicos de Bellocq, en torno a su ábside y a su fachada sudoeste. Las tumbas están rodeadas por una valla de mampostería tan baja, que deja a la vista su interior desde la calle.

Al cementerio se entra por la fachada sudoeste la iglesia. En esta fachada se encuentra la entrada secundaria de la iglesia, que por su orientación está más protegida de los vientos y las inclemencias del tiempo.

A diferencia de la entrada principal, su arquivolta de tres arcos no está decorada con esculturas.

En el nacimiento de los arcos de la puerta secundaria aparecen unas cabezas humanas, macizas, toscas, mal labradas…, probablemente ejecutadas por algún artista local con mejor buena voluntad que destreza artística.

Bien distinto es el aspecto de la entrada principal, cuya puerta se inscribe en una arquivolta de tres arcos.

Entre los motivos que adornan los arcos encontramos figuras de animales y de plantas, personajes en actitud religiosa. Y llama la atención que en el arco exterior, en su parte izquierda, aparezcan tres peces y un gran salmón, que pregona la importancia que tuvo la pesca de este pez para los habitantes de Bellocq.

Sor María Isabel de Jesús en la Vida Admirable se refiere a la “gran máquina con red” que tenían en Bellocq para pescar. A mediados del siglo XIX, la pesca tradicional del salmón con una red que se tendía entre dos barcas o desde una orilla a la otra del río, fue sustituida por una máquina denominada «baro». El baro era un ingenio fluvial con redes giratorias por la corriente agua, que arrojaba en un depósito los salmones que caían en la red. Era por tanto un mecanismo de pesca continua, del que no escapaba ningún salmón que atravesara por ese lugar.

Un baro en funcionamiento

Por encina de la arquivolta de la entrada, en su parte de la derecha y en la fachada de la iglesia aparecen las dos vacas betizu del escudo de los vizcondes de Bearne, si bien en la fachada de la iglesia de Bellocq miran a la derecha del espectador y no a la izquierda como en el escudo heráldico.

El aspecto del interior de la iglesia debe guardar muy poco parecido con lo que vio Sor Patrocinio. La reforma de la bóveda de madera y la desaparición de los altares laterales y las imágenes que en ellos debía haber son modificaciones muy posteriores a la estancia de las concepcionistas franciscanas en Bellocq.

Quizás solo el cuadro de la Virgen del retablo puede que sea lo único que quede de la época de Sor Patrocinio

En el extremo opuesto al de la iglesia de Nuestra Señora de Bellocq, se encuentra la iglesia protestante, que se conoce por el nombre de «Temple». Los dos lugares de culto están separados por una distancia de trescientos metros.

Desde el siglo XVI, la presencia de los protestantes en Bellocq ha sido ininterrumpida, siendo esta localidad del sur de Francia uno los núcleos más importantes del protestantismo de esa zona. Hubo épocas en las que los protestantes superaron en número a los católicos de Bellocq. Durante los pocos años que estuvieron las monjas de Sor Patrocinio en Bellocq sus poco más de mil habitantes se repartían, aproximadamente, por mitad entre las dos religiones.

Católicos y protestantes han mantenido separados sus cementerios. Y al igual que en el de los católicos, el cementerio protestante está adosado a su iglesia. La nave del Temple de 27 metros de largo y 10 de ancho se construyó en 1804. El campanario, que antes de reformar su tejado tenía un reloj, fue construido en 1914.

Muy cerca de la iglesia católica se encuentra la casa Labaste, solo le separa de la iglesia otras dos casas y el cementerio. En esta casa que le donó a Sor Patrocinio el sacerdote Jean-Ignace Lartigau fundó un convento el 31 de agosto de 1874, que estuvo funcionando hasta el 19 de enero de 1877.

La entrega de esta casa se hizo mediante una escritura notarial de compra, si bien el precio que figura en dicho documento le fue perdonado a Sor Patrocinio, por lo que en realidad hay que hablar de una donación

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Acte notarié signé à Orthez. Notaire Pierre Dubois, 4-VIII-1874.

Por detrás de la casa hay un huerto, que acaba en una cuesta pronunciada, por donde unas escaleras labradas en la tierra conducen a una plataforma a la orilla del gave del Pau desde donde Sor Patrocinio y sus monjas echaban de comer a los peces. A fuer de sinceros, debo decir que esos momentos vividos en la orilla del gave del Pau fueron, sin duda, los más emocionantes de todo el viaje del 7 de agosto de 2023.

De la fundación y la vida en el convento ya nos ocupamos en la Biografía de Sor Patrocinio (1811-1891). En este artículo, añadiremos a continuación algunos datos que no están en las páginas de ese libro y que enriquecen lo que en la Biografía de Sor Patrocinio (1811-1891) se cuenta.

Como vimos en la Biografía de Sor Patrocinio (1811-1891), Jeanne-Josephe Cazaubon, una muchacha de Bellocq muy joven, pues había nacido el 14 de marzo de 1856 y fue bautizada al día siguiente, se quedó sorprendida cuando estaba en la iglesia oyendo misa al ver entrar unas monjas con un hábito que ella nunca había visto. Este fue su primer encuentro con Sor Patrocinio y pocos meses después tomó ese mismo hábito de concepcionista franciscana en el convento de Bellocq el 20 de febrero de 1876, y adoptó el nombre en religión de Sor María Josefa del Santísimo Sacramento.

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Naisances. Acta de nacimiento de Jeanne-Josephe Cazaubon14-III-1856

Archivo Parroquial Bellocq Francia. Registre de Baptismes, Mariages, et decés de l’Eglise de Notre Dame de Bellocq. Comienza el año 1853. Jeanne-Josephe Cazaubon fue bautizada el 15-III-1856 por el párroco de Bellocq, Jean-Ignace Lartigau.

El padre de Sor María Josefa del Santísimo Sacramento era un labrador de Bellocq, que se casó con María Lagor en 1839.

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Mariages. Acta de matrimonio de Jean Cazaubon y Marie Lagor 7-II-1839.

En Bellocq las casas, como es norma general en cualquier población, están clasificadas por calles y número dentro de estas. Sin embargo, tradicionalmente en Francia las casas se conocen por sus nombres y así consta en los documentos administrativos. Ya vimos que el convento de Bellocq se había establecido en casa Labaste. Pues en este caso, los padres de Sor María Josefa del Santísimo Sacramento se habían instalado a vivir en el dominio de la familia de María Lagor, conocido como casa Chague, correspondiente al número 42 de Rue Lasbordes; esta fue la casa natal de Sor María Josefa del Santísimo Sacramento.

Casa Chague.

Sor María Isabel de Jesús nos proporciona el sorprendente dato de que en los escasos dos años y medio que residió la comunidad en Bellocq “tomaron el hábito cinco jovencitas del pueblo, entre ellas una sobrina del señor cura párroco”[2]. Y ese número se puede calificar de sorprendente, si se tiene en cuenta la poca población de Bellocq, poco más de mil habitantes, a lo que hay que añadir que la mitad de ellos eran protestantes[3].

La sobrina del párroco de Bellocq se llamaba Marie Marlats, y tomo el nombre en religión de Sor María del Corazón de Jesús. Falleció siendo novicia, con tan solo diecisiete años.

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Décès. Acta de defunción de Marie Marlats 30-IX-1876.

También fallecieron otras dos monjas españolas, Sor María Rafaela de la Natividad de 33 años el 4 de julio de 1875 y Sor María Pelaya del Triunfo el 7 de noviembre de 1876. Si bien en el acta de defunción de los archivos franceses figura el nombre civil y de religión de las dos monjas fallecidas, están clasificadas por su nombre y apellidos civiles, que figuran sin acentuar. Pero no hay duda de que se trata de dos monjas de la comunidad de Bellocq, porque en las dos actas se especifica su origen español, indicando el pueblo en el que nacieron. En el acta de Sor María Rafaela se anota que pertenece a la Orden de la Inmaculada Concepción y en la de Sor María Pelaya se dice que falleció en la Casa Labaste, rue du Gave.

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Décès de Rafaèle Catalan 3-VII-1875.

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Décès de Marie Rodriguez 7-XI-1876.

Sor María Josefa del Santísimo Sacramento, Jeanne-Josephe Cazaubon, como hemos dicho, tomo el hábito el 20 de febrero de 1876, meses después vio morir a su compañera de noviciado Marie Marlats el 30 de septiembre de 1876, y tan solo unos días antes de este fallecimiento, había tenido que asistir al entierro de su padre, Jean Cazaubon, que había fallecido el 27 de septiembre de 1876 en la casa Chague, donde ella había nacido.

Obsérvese en el documento la importancia que tiene el nombre de la casa, que se incorpora como si fuera el segundo apellido. Chague era el nombre de la casa de su esposa, donde tras casarse se fue a vivir, pero de soltero vivía en el domicilio de sus padres que era conocido como casa de Lay, por eso en el acta de matrimonio, que antes hemos reproducido, figura como Jean Cazaubon Lay. Pues bien, Jean Cazaubon Chague y Jean Cazaubon Lay son los nombres de la misma persona de casado y de soltero respectivamente.

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Décès de Jean Cazaubon Chague 27-IX-1876.

Cuando Sor Patrocinio regresó a España en 1877 dejó el recuerdo de su buena fama por tierras de Francia y un conjunto de monjas francesas que habían tomado el hábito en esos años. Las concepcionistas franciscanas de Bellocq no vinieron a España en 1877, pues cerraron el convento de esa localidad, como he escrito en la Biografía de Sor Patrocinio (1811-1891) y se unieron con las religiosas del convento de Bonneuil. Pero en 1880 todas fueron expulsadas de Francia y vinieron a España. Entre ellas estaba Jeanne-Josephe Cazaubon, la chica de Bellocq que se encontró en la iglesia de su pueblo con Sor Patrocinio y tomo el hábito meses después.

En 1880 vino desde Francia y vivó en el convento de Guadalajara con Sor Patrocinio los diez últimos años de su vida, como testificó en el proceso de beatificación. Así por ejemplo afirma que Sor Patrocinio tenía fama de santa en Francia entre la gente de su pueblo, según lo que ella escuchó entre sus gentes antes de tomar el hábito en Bellocq. Esto es lo que dijo:

“La sierva de Dios gozó de fama de santidad en todos los países que la conocieron entre toda clase de personas. Me consta por haberlo oído decir a las religiosas después de ingresar en el convento, y antes lo había oído decir a otras personas”[4].

Y esta fama de Sor Patrocinio estaba avalada por hechos concretos, que conocieron los habitantes de Bellocq en los pocos días que Sor Patrocinio estuvo en ese pueblo, tan solo un par de semanas en la primera quincena del mes de octubre de 1874, en los que estuvo preparando la casa Labaste para convertirla en un convento, como se describe en la Biografía de Sor Patrocinio (1811-1891), lo que nos evita repetirlo en este artículo.

En efecto, cuando estuvo todo dispuesto en la casa Labaste para comenzar la vida conventual, Sor Patrocinio regresó a Pau, donde residía su comunidad en Villa Anita. Pues bien, en esos pocos días que estuvo en Bellocq, debió resultar sorprendente esta mediación suya entre dos sacerdotes de Bellocq por lo que cuenta Sor María Josefa del Santísimo Sacramento: “Demostraba su prudencia hasta con los extraños, hasta el punto de conseguir en algunas ocasiones la reconciliación de los enemigos, como ocurrió con dos sacerdotes en Bellocq, mi pueblo natal, que estaban enemistados y por los acertados y prudentes consejos que les dio la sierva de Dios, se reconciliaron delante de ella”[5].

Todavía en vida de Sor Patrocinio y cuando Sor María Josefa del Santísimo Sacramento ya se había instalado en Guadalajara, la fama de santidad de Sor Patrocinio animaba a las gentes de Bellocq a solicitar su ayuda en momentos de apuros, como cuenta Jeanne-Josephe Cazaubon, la muchacha de Bellocq que se convirtió en concepcionista franciscana:

“Un día tuve una carta de una hermana mía en la que me decía que un hijo suyo de ocho o diez años de edad había tenido un accidente que le privó del sentido, y me suplicaba que le dijese a la sierva de Dios que esta me diese alguna reliquia para el niño y que pidiésemos a Dios por su salud. Así lo hice y la sierva de Dios me dio una manguita del vestido de Nuestra Señora del Olvido para que se lo mandase a mi hermana y me dijo: ‘dile a tu hermana que se la ponga al niño y que tenga mucha fe, que el niño se curará’. En efecto, el niño curó enseguida y es de advertir que, pasado algún tiempo, se perdió la reliquia, y enseguida le repitió el ataque; aparecida de nuevo la reliquia, el niño volvió a ponerse bien”[6].

El 10 de febrero de 1793 falleció en Bellocq Marie Lagor, madre de Sor María Josefa del Santísimo Sacramento. Y como cuenta su hija, Sor Patrocinio tuvo una intervención extraordinaria en la enfermedad de su madre. Esto es lo que declaró en el proceso de beatificación: “También considero como un milagro de la sierva de Dios el que mi madre muriese tranquilamente y hasta contenta, siendo así que la enfermedad que le llevó al sepulcro era un cáncer que en mi país se llama “mechant mal” que dicen ser peor que un cáncer”[7].

Archives Départementales. Pyrénées-Atlantiques. Décès de Marie Lagor 11-II-1893.

Sor María Isabel de Jesús, ocho años después de morir Sor Patrocinio, publicó una edición muy corta con un primer apunte de la vida de Sor Patrocinio, que posteriormente ampliará en su Vida admirable. En esas 160 páginas hay informaciones que no aparecen después en la Vida admirable, y una de estas noticias es la intervención de Sor Patrocinio, considerada milagrosa, en la enfermedad de la madre de Sor María Josefa del Santísimo Sacramento. La biografía de Sor Patrocinio (1811-1891) nos lo cuenta con detalle, relato con el que queremos concluir este artículo sobre la fama de santidad de Sor Patrocino en Francia:

“En febrero del año 1892 una señora anciana residente en Bellocq (Francia) madre de una religiosa de esta comunidad, enfermó de un cáncer que le fue comiendo el labio superior y parte de la nariz, con dolores intolerables. Al principio no quisieron decir nada a su hija por no afligirla, mas viendo que el mal aumentaba rápidamente, le dieron cuenta de lo que ocurría para que con la comunidad la encomendara en sus oraciones.

La religiosa llena de fe y confianza acudió al maternal patrocinio de nuestra venerada verdad madre, pidiendo o la salud para la enferma o mucha paciencia y conformidad para sufrir tan terrible mal; le mandó en una carta un cabezalito y una venda de las que nuestra venerada madre usaba en las manos para encubrir sus benditas llagas. Aplicaron a la enferma estas, que bien podemos llamar reliquias, y en el momento notó un grande alivio, y aquella noche la pasó toda en un tranquilo sueño, siendo así que llevaba cerca de tres meses sin poder lograr un momento de descanso.

Este alivio y descanso continuó por algunos días; pero el Señor, que sin duda solo quería ostentar su poder, y cuán gratas le eran las súplicas que por los méritos de su amada sierva y querida madre nuestra le dirigían, manifestó así mismo su santísima voluntad de que esta señora sufriera hasta el fin, pues pasados esos días volvieron los dolores con tal fuerza, y con ellos la gravedad, que la misma paciente pidió le administrasen en el Santísimo Viático, antes que el cáncer le privara de tan gran consuelo.

Con el mayor fervor recibió a su Divina Majestad, agravándose después de tal modo, que estuvo mucho tiempo sin poder tomar más que alimentos líquidos, y aun esto con grandísimo trabajo y dolores. Así pasó un año, sufriendo lo indecible, pero con una paciencia y una conformidad que edificaban. El cáncer le comió el labio y parte de la nariz. Seguía siempre pidiendo oraciones, diciendo que si para su salud corporal no servían por no ser voluntad de Dios, servirían para su alma.

 Quince días antes de morirse se le secó, o cicatrizó el cáncer, y diez días antes cesaron por completos todos los dolores. Falleció el 10 de febrero de 1893 en una paz y en una tranquilidad admirables. Cuantos la visitaron y asistieron en la hora de su muerte y durante su larga y penosa enfermedad, aseguraban había sido un verdadero milagro desaparecer los dolores, y de una enfermedad tan terrible morir en tal dulce paz”[8].


[1] Este artículo amplía lo que ya escribí sobre la fundación del convento de Bellocq (Francia). En Javier Paredes, Biografía de Sor patrocinio (1811-1891). Madrid 2023, págs. 432-441.

[2] Sor María Isabel de Jesús. Notas de las épocas más principales de la vida de muestra amadísima, venerada, y Reverenda Madre abadesa y fundadora Sor María de los Dolores y Patrocinio. Madrid 1899. Pág. 85.

[3] Cfr. Suzanne Tucoo-Chala. La presence protestante a Bellocq XVIe-XXe siècles. Communication prononcée au Temple de Bellocq le 19 septembre 2004, à la occcasion de son 200 anniversaire.

[4] Archivo Diocesano de Toledo. Proceso de beatificación. Tomo I. Testimonio de María Josefa del Santísimo Sacramento, emitido el día 11 de noviembre de 1903. Fol. 259 vuelto.

[5] Ibidem, fol. 256 vuelto. Este mismo suceso también lo cuenta Sor María Isabel de Jesús en su biografía de Sor Patrocinio, pero ocultando la condición sacerdotal de los dos enemigos, por lo que de escandalosa era esa situación, sobre todo en una población que además de ser muy pequeña, la mitad era de religión protestante, situación que daba lugar a críticas entre los vecinos de Bellocq. Nosotros pensamos que esos dos sacerdotes tenían que ser, por fuerza, Lartigau y Marlats, el párroco antiguo ya jubilado que le dio la casa a Sor Patrocinio y el párroco de 1874 respectivamente, porque Sor María Isabel de Jesús dice  que se trataba de “dos personas que tenían que intervenir en el asunto de la fundación”, y por lo tanto esas dos personas no podían ser otros en Bellocq más que los curas Lartigau y Marlats. Esto es lo que escribió la secretaria de Sor Patrocinio: “En este viaje a Bellocq, sucedió que debiendo intervenir en el asunto de la fundación dos señores que estaban enemistados desde hacía mucho tiempo, por mediación de la Sierva de Dios se reconciliaron entre sí tan de veras, que allí mismo, en presencia nuestra y de los demás señores, se dieron un abrazo y se perdonaron entrañablemente, llorando y bendiciendo a Dios porque les había llevado allí a mi santa Madre”. Sor María Isabel de Jesús. Vida admirable. Sor María de los Dolores y Patrocinio. Madrid 2017. Pág. 417.

 [6] Archivo Diocesano de Toledo. Proceso de Beatificación. Tomo I. Testimonio de María Josefa del Santísimo Sacramento, emitido el día 11 de noviembre de 1903. Fols. 258recto-259 vuelto.

[7] Ibidem, fol. 259 recto.

[8] Sor María Isabel de Jesús, Notas de las épocas más principales…, ob., cit., págs. 157-159.